martes, 11 de septiembre de 2018

Un día más en la oficina

Cuando me he levantado esta mañana, hacía un rato que me había tapado con la sábana de la cama. Me había despertado hacía un rato con frío, y me arrebujé en la cama intentando retener algo de calor.

Aunque, visto con perspectiva, igual sabía intuitivamente lo que iba a pasar y buscaba una excusa para coger posición fetal.

El día ha amanecido frío para la época del año. El frío no me asusta, pero tener que hacer la comida, desayunar y ducharme en media hora mientras hace fresco no es lo que llamo un plan ideal.

Tras salir de casa tarde, coger el tren tarde y llegar a la oficina tarde, me avisan de que me necesitan en una oficina "urgentísimamente" y que vaya lo antes posible, que están sin trabajar desde las ocho de la mañana.
"Desde las ocho de la mañana sin trabajar..."
Me cambio de ropa y me voy a ver qué les pasa. Mientras voy bajando las escaleras, me pregunto qué les pasará en la oficina más estable de todo el edificio. ¿Cómo de estable? Tres asistencias en el último mes, y porque ha llegado luser nuevo. Si no, me hubiera pasado el verano sin verlos.

Abro la puerta sin disimulo, me planto en medio de la entrada y saludo con un "Buenos días" que me han oído hasta los guiris de Barajas. Los lusers levantan la mirada del ordenador, me miran y vuelven a lo suyo.

Saco el móvil para mirar la hora y, antes de que se encendiese la pantalla, media docena de ellos corrían hacia mí como niños el último día de colegio antes del verano.

- ¡Tach!¡Tach!¡Tach!¡Tach! 
- Me llaman. ¿Qué es lo que no funciona?
- ¡Todo!
- A ver, luz tenéis, así que todo no será.
- No, todo menos la luz.
- Y el aire acondicionado, las impresoras, los escáneres, la cafetera... - añado.
- Sí, pero todo lo demás falla.
- ¿Y qué es "todo lo demás"?
- Pues todo, hombre, todo.

O la falta de azúcar me hace tener visiones o me alegro de que sea la oficina más tranquila de todo el edificio.

- Vamos a ver, concreta un poco, que tengo tres plantas y dos docenas de departamentos. ¿Qué es lo que no funciona? - y añado -. Pero concreto.
- Pues todo - la madre que me parió -. Internet, el correo, el escritorio remoto, las carpetas compartidas...
- A ver, no me toméis el pelo, que es pronto, no he desayunado y te veo con el correo abierto en tu puesto.
- Pero va muy lento.
- ¿Pero funciona?
- Sí, pero...
- Pues todo funciona. Vamos a ver por qué va lento.

Dos años en esta oficina y aún piensan que si me dicen que algo no funciona acudo antes que si me dicen que va lento. Como si gestionar mi tiempo estuviera en mis manos...

Ya se sientan y me voy con uno de ellos a ver el problema de lentitud. Me cuenta una película sobre correos cruzados de la que solo me entero de que corre mucha prisa y le pregunto que qué estaba haciendo esa mañana que fuera diferente. A media frase, el notas coge su móvil y se pone a hablar por él pasando de mí.
¿Cómo le digo ahora que se vaya a...?
Tomo nota del puesto y me dirijo a la sala de comunicaciones de la planta. Una vez allí, veo los switches un pelín sobrecargados. Vuelvo a la oficina y aviso de que cierren todo, que se van a quedar sin internet un momento. Pasados unos segundos, cuando estoy seguro de que todos han podido oírme (aunque me ignoren) me voy al rack, desconecto los switches y cuento hasta treinta antes de conectarlos de nuevo. Podría desconectar el puesto del que me ha ignorado, pero tendría que aguantarle otra vez, y paso muy fuerte. Algo se me ocurrirá...

Cuando está volviendo todo a su ser, me avisa la recepcionista de la planta, que me han llamado de otra planta porque hay unos electricistas esperándome. Cojonudo, a ver si podemos dejarlo hecho antes de que acabe la mañana y quitarnos un marrón grande de enmedio.

Hace unas semanas, un fallo en el enlace entre plantas tuvo a una oficina entera sin internet ni telefonía toda una mañana. Al final era una tontería, pero hizo saltar las alarmas de los jefes y accedieron (por fin) a llamar a un experto para que viera cómo estaba el cableado y limpiase y tirase cable nuevo. Hoy venían los electricistas a tirar un par de cables nuevos entre las plantas, para que no volviese a pasar.

Subo y saludo a los electricistas. Veo que vienen con los tubos, cables, guías, escaleras... Joder, por fin han encontrado a alguien competente para esto (proveedores y contratistas dan para otro blog entero ellos solos). Me cuentan lo que han visto, les cuento lo que hay y empezamos a seguir el cable para ver si podemos aprovecharlo como guía.

Pero, ay amigo, no iba a poder ser: el cable pasaba por encima del departamento de comercial. ¿El problema? Que hoy venía un cliente de visita, así que no podíamos entrar en el despacho, ni tirar guías ni, literalmente, estar por allí. Los electricistas me dicen que se puede hacer un taladro en el suelo y bajar el cable desde ahí, pero que tendrían que estar un buen rato taladrando para atravesar el suelo y que harían bastante ruido.

Entonces aparece uno de los jefes y dice que no, que imposible, que eso no puede ser porque son clientes muy importantes y no se les puede molestar y que todo tenía que estar perfecto y que me fuera a comprobar que todo estaba listo en la sala de reuniones.

- Ahora, cuando me despida de los electricistas.
- No, que lo hagas ahora.
- Cuando haya resuelto esto.
- Pero los clientes pueden llegar en cualquier momento.
- ¿A qué hora está prevista su llegada? - para organizarme yo.
- No, vienen en algún momento del día, y creo que nos iremos cuando lleguen.

Cojonudo: quiere que compruebe ya una sala que no sabemos si se va a usar para unos clientes que no sabemos si van a venir o cuándo van a hacerlo. Si no lo conociera, pensaría que es un tocapelotas de manual. Pero lo conozco, y sé que es mucho peor.

- Pues en un rato vengo y lo compruebo.
- Que lo hagas ahora te he dicho - sube el tono un poco, amenazador.
- Cuando tenga un rato he dicho.
- Pues atente a las consecuencias.

Me encojo de hombros.

- ¿Te da igual que hable con $BOSSADMIN?
- Ha sido él el que ha pedido que vinieran hoy los electricistas. Salúdale de mi parte cuando le llames.

Y salgo del despacho. Sabe que tengo razón, y no es tan tonto como para llamar a $BOSSADMIN.

A tomar por culo. Nadie avisa de que vienen clientes, ni de que hay reuniones, ni de que haya que hacer cambios o traslados, y quieren que todo esté siempre funcionando, en orden y que no se vea a los informáticos nunca. Pues aquí, o bebemos todos, o la cuba al río.

Hago una anotación mental en el "Libro de los agravios" y vuelvo con los electricistas a enterarme de cómo lo van a hacer. Al poco nos despedimos: no pueden acceder al despacho ni pueden taladrar, así que quedamos para otro día, cuando tienen que venir a hacer el saneado gordo. Me despido de ellos con cierto fastidio: es un cambio muy pequeño pero una mejora muy grande, y se podía haber quedado hecho si hubiese habido un poco de coordinación...

Pero no me pagan por lo que pudo ser, sino por arreglar ordenadores. Así que escribo a $BOSSADMIN contándole lo del jefe, por si el otro decide chivarse. Que no lo hará, pero mejor pedir permiso que perdón...

La guinda del día ha llegado al rato, cuando una usuaria me ha preguntado:

- Tach, ¿sabes qué van a hacer con el microondas del antiguo comedor?
- Bajarlo al comedor nuevo, supongo.
- Pero el comedor de abajo siempre está cerrado.
- Pues pide la llave - respondo conciliador.
- Pero es que es un coñazo tener que estar bajando y pidiendo la llave para calentar agua - literal.
- ¿Y qué quieres que haga?
- ¿Puedes hablar con el responsable y que nos dejen el microondas aquí? Para no tener que bajar...
- ¿Y por qué no lo pides tú? - la curiosidad mató al gato.
- Es que, como eres informático, tienes que hacerte cargo tú...


Menos mal que me voy de vacaciones en breve...

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